9 de diciembre de 2011

Pavipollos

El pavipollo es un clásico en mi familia. Desde que éramos pequeños, cuando nos reuníamos todos los primos, el filete de pavipollo con patatas fritas era uno de los platos más frecuentes y socorridos. ¿Y qué es un pavipollo? Pues como animal de dos patas no sabría decirlo, pero como alimento no es más que un filete de pechuga de pollo empanado y frito en abundante aceite caliente. Hoy traigo una adaptación de la receta que resulta de aplicación en todo tipo de comidas y sobre todo en el caso de cócteles, refrigerios o piscolabis, donde se agradece el bocado justo y apetitoso.



 INGREDIENTES
  • Pechuga de pollo
  • Aceite de oliva virgen
  • Sal
  • Hierbas aromáticas
  • Ajo
  • Pimienta negra
El primer paso consiste en limpiar "muy bien" las pechugas del pollo eliminando sin piedad la grasa, tendones, sangre y, por supuesto, cualquier resto de hueso que pudiera haber. Si las pechugas que compramos incluyen el solomillo, hay que poner especial cuidado en eliminar un tendón gordo y desagradable que traen en su parte más gruesa.

Insisto en este tema de la limpieza pues no hay asunto más desagradable que detectar algo que no sea la limpia pechuga de pollo al degustar estos bocados.

Una vez limpia la pechuga se cortan en trozos más o menos grandes según nuestro gusto. Para un bocado sin complicaciones es recomendable que no sean mayores de 2 cms. Añadimos el pollo así troceado en un recipiente en el que previamente habremos preparado un aliño a base de aceite de oliva, sal, hierbas aromáticas y, opcionalmente, ajo picadito y pimienta negra.

Las hierbas aromáticas también al gusto: romero, tomillo, salvia, mejorana, orégano, ... muy bien picaditas. Últimamente utilizo un preparado que venden en Mercadona que se llama "Hierbas Provenzales" y que da un resultado excelente.

El pollo se deja en el aliño durante un mínimo de 2 horas, en el frigorífico y protegido con papel film para evitar la contaminación de olores.

Pasado este tiempo, se pasan los trocitos de pollo por harina, huevo y pan rallado y se fríen en abundante aceite de oliva caliente. Hay que tener cuidado de no freír demasiados trozos a la vez para que no baje mucho la temperatura del aceite. El tiempo de fritura lo da el dorado del pollo y siempre teniendo cuidado de no pasarse pues nos quedaría el pollo más seco que la mojama.

Lo ideal de este plato es servirlo rápidamente para degustarlos en caliente, aunque también se pueden almacenar en un tupperware, una vez fritos, para llevarlos a una merienda campestre, por ejemplo.

Se pueden utilizar otro tipo de aliños igualmente válidos como puede ser sal y limón, mostaza y miel o cualquier otro que se nos ocurra.


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